Premín de Iruña

IGNACIO BALEZTENA ASCÁRATE "PREMÍN DE IRUÑA" (PAMPLONA 1887-1972): SU PERSONA, SU VIDA Y SU OBRA

viernes, 30 de noviembre de 2012

Ignacio Baleztena prepara los sanfermines de 1937 en el frente


Querido lector, ayer 29 celebramos la fiesta de San Saturnino, patrón de Pamplona, que tantas veces celebró en vida el aitacho. Ayer se suspendió la procesión y los gigantes tuvieron que refugiarse en el zaguán del Ayuntamiento por la lluvia. Pero vamos al grano ya que enlazamos esto de las fiestas, procesiones, gigantes y demás celebraciones que tanto hacían disfrutar al aitacho para empalmar con su biografía:


Ayer no se pudo vivir esta escena por la lluvia. San Saturnino ruega por tu Pamplona.
Lo habíamos dejado en Leiza, "villa y corte" provisional haciendo los honores a D. Gaetán de Borbón Parma (pinchar aquí) ya a comienzos de verano de 1937. ¿Y qué pasa a comienzos de verano?, cualquier pamplonica, pamplonés o irunsheme ya está pensando en los sanfermines, y en esto estaba mi padre Ignacio Baleztena mientras agasajaba a los príncipes. Así que decidió que aquellos navarros que estaban en el frente bien se merecían poder celebrar las mezetas del pupilo de San Saturnino, es decir, las fiestas de San Fermín. Dicho y hecho, se puso manos a la obra y se dedicó a embarcar en dicha organización a todo el que se le cruzaba.

Elaboró un programa acorde: dianas floreadas, Misa de campaña, cohetes, procesión y hasta encierros simulados. Tenía que hacer acopio de material al efecto y aprovechó para conseguir que los pamploneses donaran las mil cosas que eran necesarias para hacer llegar en un camión de intendencia repleto a sus familiares del frente. ¿Cómo fabricaría los imprescindibles gigantes?.

El gran apoyo que podía tener para esta empresa, que eran los mozos de la peña el Muthiko por el fundada, estaban precisamente combatiendo como requetés. Pero el cuadro de danzas de dicha sociedad seguía en activo gracias a las danzaris, que se volcaron en ayudar todo lo que pudieron hasta el punto de que decidieron ir ellas también a alegrar las fiestas a los suyos.


La mayor parte de los mozos del Muthiko Alaiak fueron como voluntarios requetés bajo el lema de "Dios, Patria, Rey". Pese a ello las mujeres consiguieron mantener activo el cuadro de danzas. En la foto el entierro del "muthiko" Madoz en Pamplona, acompañado de sus amigas de la peña


Ignacio Baleztena años más tarde con las danzaris del Muthiko, peña y cuadro de danzas fundados por él mismo






















Pues bien, todo estaba "erne", el camión con todo el cargamento, el programa acabado, las chicas del Muthiko a punto para ir a animar con su cuadro de danzas y mi padre Ignacio ya preparado para partir, cuando sonó el teléfono en Petrorena, la casa familiar de Leiza, con una llamada crucial que comunicaba... lo que veremos en la próxima entrada si Dios quiere.

domingo, 25 de noviembre de 2012

Leiza "villa y corte" provisional. Estancia de D. Gaetán en Petrorena, la casa de los Baleztena.




Querido lector, veíamos como el príncipe D. Gaetán de Borbón Parma a raíz de caer herido en el frente fue ingresado en el Hospital Alfonso Carlos para recuperarse de sus graves lesiones. Además a causa del bombardeo de Pamplona por la aviación republicana la familia Baleztena decidió trasladarse de nuevo a Leiza para poner a salvo a los niños (Para ver todo esto pinchar aquí). Parecía que podía venir una época de cierta tranquilidad dentro de lo que se puede pedir en una guerra, pero precisamente entonces llegaban nuevos “jaleos” ya que D. Gaetán, mejorado ya de sus heridas quiso pasar la convalecencia en Petrorena, la casa de los Baleztena en Leiza. Ante esta situación, nada más enterarse mi padre, Ignacio Baleztena, vino del frente de nuevo para organizar todo y atender como es debido al príncipe, ya que como nos cuenta tía Lola:

Ignacio Baleztena con su mujer Carmen Abarrategui, segunda y tercero por la derecha, con el Príncipe D. Gaetán de Borbón Parma (en el centro) en Leiza. Primavera de 1937. De derecha a izquierda: patro Sagües (cuñada), Carmen Abarrategui (mujer), Josefina Baleztena (hermana), D. Gaetán de Borbón Parma, Ángeles Baleztena (hermana)...
“D. Gaetán, mejorado ya de sus heridas quiso convalecer en Leiza y a casa llegó armando un jaleo tremendo, pues a un príncipe, quieras o no, siempre hay que tratarlo de una manera especial. Continuamente recibía comisiones, visitas de importancia. Entre las más notables, la de su sobrino el emperador de Austria Otto de Habsburgo, a quien uno de nuestros sobrinos, vestido de Pelayo[1], ofreció en bandeja la llave de la casa cuando entró en el eskaratze[2]. Los chicos del pueblo, al enterarse de su venida, se congregaron en la puerta y cuando de ella salió, al grito de ¡Viva el Emperador!, todos echaron a correr tras el auto vociferando: ¡Emperadoria! ¡Emperadoria!. El saludaba a todos agitando la boina roja. Y la boina roja, si antes había sido corona de reyes, en aquel momento, brillaba cual diadema imperial.

El príncipe D. Gaetán de Borbón Parma en Leiza "custodiado" por pelayos (niños carlistas) del pueblo.

También vino a verle su hermano, el Príncipe D. Javier[3], el cual edificó al pueblo por su piedad y sencillez en la iglesia donde ayudó a Misa el domingo.



Ignacio Baleztena el primero por la izquierda con D. Javier de Borbón Parma, príncipe regente, en la escalinata de la iglesia de Leiza en 1937. De derecha a izquierda: Ignacio Baleztena, Joaquín Baleztena (hermano), D. Javier de Borbón Parma, Mª Isabel Baleztena (hermana), detrás de ella Ángeles Baleztena (hermana)...
 

Dedicatoria de D. Javier: Con toda mi devoción y afecto a la lealísima familia Baleztena en recuerdo de los dos días pasados en Leiza. Francisco Javier de Borbón Parma. 4 Julio 1937

También vinieron a visitarle sus hermanos D. Luis y Dña Isabel de Borbón Parma, la cual como curiosidad tengo que comentar que precisamente posteriormente sería mi madrina de bautismo. 


Ignacio Baleztena (tercero por la derecha) con el príncipe D. Luis de Borbón Parma (con corbata) en Leyre. a la izquierda de la foto Rosari Jaurrieta Baleztena (sobrina)...

Sigue tía Lola:

“Hicimos preciosas excursiones: la Oliva, Leire, Baztán, donde visitó el hospital de Lecároz reconociendo a muchos de los compañeros de su Tercio. A su chofer le dedicó amablemente una foto.”

D. Gaetán de Borbón Parma en Lecaroz, al volante del coche de Pello Baleztena de copiloto. Detrás Joaquín Baleztena (hermanos de Ignacio)...

Precisamente Ignacio Baleztena era el cicerone y animador de estas excursiones. Sigue contando tía Lola: “Así pasaban agradables los días de la estancia principesca. D. Gaetán era un príncipe muy atractivo y ligero: “Un prince charamant” como para brillar en una corte de Francia. Tocaba el acordeón, recibía a todos con amable encanto, pero a pesar de su sencillez, mantenía siempre la distancia de su rango. En sus visitas a diferentes lugares era recibido con entusiasmo y finamente obsequiado, sobre todo, entre las gentes del pueblo”

A D. Gaetán Borbón Parma le gustaba tocar el acordeón en Leiza
 Pero mientras esto ocurría iban pasando los días y se acercaban las fechas sanfermineras, así que al aitacho se le ocurrió… lo que veremos en la próxima entrada si Dios quiere.


[1] Así se llama a los niños carlistas
[2] Zaguán
[3] D Javier de Borbón Parma. Regente y cabeza de la Comunión Tradicionalista. Hermano de D. Gaetán.

jueves, 15 de noviembre de 2012

El príncipe requeté y bombardeo de Pamplona



Querido lector, para entender las siguientes entradas de la biografía del aitacho tenemos que comenzar dando una pequeña explicación, que aparentemente no tiene que ver con él pero al final resulta que sí.

Esta es la historia de un príncipe requeté. El 12 de Enero de 1937 D. Gaetan de Borbón Parma, hermano de D. Javier – príncipe regente de la Comunión Tradicionalista Carlista- solicitó permiso a este último para alistarse en el frente y así lo hizo. Pero él no quería reconocimientos ni honores especiales, así que se presentó como un voluntario más en el Tercio de Navarra. Y para guardar el anonimato lo hizo con el nombre de Gaetan de Lavardín (o conde de Labardine). Estando en primera línea el 9 de mayo fue herido de gravedad en el cuello en el frente de Bizcargui y lo que viene a continuación nos lo cuenta tía Lola, la hermana del aitacho:

“En los avances de Vizcaya cayó gravemente herido S.A.R. el Príncipe Cayetano de Borbón-Parma, que guardaba su incógnita bajo el título de Conde de Labardine. En el hospital de San Sebastián fueron a verlo su madre, Doña María Antonia de Braganza, Duquesa de Parma, sus hermanos Isabel, enfermera durante toda la guerra en el hospital Alfonso Carlos, Luis, que casó con una hija del rey de Italia, y Zita, última emperatriz de Austria.

A este ilustre personaje, años más tarde, cuando murió, el periódico A.B.C. le regateó miserablemente en un artículo el título de Alteza Real. Y lo era en verdad, ya que su padre, D. Roberto, fue el último duque reinante en Parma.

Aunque apenas podía hablar pues una bala le había atravesado la garganta, nos manifestó su deseo de ser trasladado al Alfonso Carlos cuanto antes, y así que fue posible, llegó a nuestro Hospital, donde fue recibido triunfalmente por todos sus compañeros heridos, pertenecientes, como él, al Tercio de Navarra, desarrollándose escenas por demás pintorescas:

- ¡A puñetero! (perdón por el sic). ¡Qué poco nos decías que eras príncipe! –le dijo uno de ellos abrazándole familiarmente.

Como se ve, al enterarse de ello no usó con Su Alteza un lenguaje cortesano”.

El príncipe D. Gaetan de Borbón Parma, ya recuperado, en el Alfonso Carlos de Pamplona (hospital de guerra), vestido de requeté con uniforme claro en el medio.

Pues bien justo por estas fechas Pamplona fue bombardeada por la aviación rusa que apoyaba al ejército republicano[1]. Esto ocurrió el 22 de mayo de 1937. Las bombas cayeron sobre la población civil en un parque de juegos frecuentado por madres con sus hijos, en las proximidades del Portal de Francia, causando la muerte de 11 personas, tres hombres, cinco mujeres y tres niños, además de producir 25 heridos. Nos lo cuenta de nuevo tía Lola:

“Si al conjuro del sol primaveral empezaban a despuntar las hojas y las flores, del cielo no caía un suave rocío para fertilizarlas, muy al contrario. Este se veía cruzado por aviones y las sirenas sonaban a cualquier hora sembrando alarma y malestar. Una vez, bombardearon Pamplona y hubo muertos y heridos. En vista de aquel estado de entre intranquilidad y peligro, metimos a todos los nenes de la casa en el auto y fuimos a dejarlos en Leiza. Nunca el campo me pareció más delicioso y soberano y a gusto me hubiera quedado allí disfrutando de aquella bienaventurada paz, pero nuevos jaleos iban a venirnos encima.”

¿Y cuáles eran esos nuevos jaleos, que relación tenían con S.A.R. D. Gaetan y que pintaba en todo esto el aitacho?. Lo veremos en la próxima entrada si Dios quiere.
 
El príncipe D. Gaetan de Borbón Parma en los balcones de Casa Baleztena


[1] Pamplona fue bombardeada por la aviación republicana en 3 ocasiones. Esta fue la primera.

martes, 6 de noviembre de 2012

Ignacio Baleztena al rescate de nuevo, esta vez de su sobrino Javier



Querido lector, dejábamos al aitacho en Marzo de 1937 de permiso en Pamplona salvando al Dr. Jiménez Díaz y acogiéndole en su casa (pinchar aquí). Pues bien, en esa época recibió una preocupante noticia de su sobrino Javier Jaurrieta Baleztena que le hacía tener que ir a “apagar otro fuego”. Pero vamos a rebobinar un poco para ponernos en situación.

Veíamos como en septiembre de 1936 tuvo que volver del frente porque uno de sus sobrinos, Chan (Juan Jesús) Jaurrieta Baleztena había fallecido de manera heroica en Somosierra.  (pinchar aquí). Con él estaban en primera línea su otro hermano, Javier, y un primo carnal suyo, Apico (José Joaquín).

Los tres primos Jaurrieta Baleztena en Somosierra

Al volver a Pamplona para el entiero de Chan, según nos cuenta Ignacio Romero Raizábal: “Javier, al pasar por su casa dijo como bromeando ante el retrato de su hermano:

- A ver si me hacéis una ampliación como ésta. Me parece que la vais a necesitar pronto”

Lápida en la tumba de Chan Jaurrieta Baleztena en el cementerio de Pamplona. Dale Señor el Descanso Eterno.
 La cosa es que justo tras el entierro de Chan fallecía en el destierro el rey D. Alfonso Carlos I y mi padre Ignacio Baleztena, junto con los dos sobrinos, Javier y Apico, viajaron a Viena a los funerales regios. (pinchar aquí). Que gran ocasión podía haber sido para no tener que volver al peligro de la línea de fuego tras el fallecimiento de Chan. Pero era inútil.

Romero Raizabal describe a Javier y Apico durante dicho viaje como “Sanos, fornidos, con esa línea dura de facciones que es distintivo de los euskaldunes, y que contrasta un tanto con la ternura y suavidad de la mirada. Con sus trajes de voluntarios disimulados malamente por unos pantalones que alguien les prestó de camino… la melancolía brillaba en los ojos de estos dos mozos fuertes y robustos, obra y resabio de dos hondas tristezas: el entierro del Rey y la muerte de Chan”. Que cosas no tuvo que hacer su tío Ignacio Baleztena en aquel viaje a Viena, en esa situación, para superar su propia pena e infundirles  a ellos y al resto de la expedición el ánimo hasta el punto de que Romero Raizabal lo recuerda como “el Inachoski de los cantares y del buen humor del viaje a Viena de mis Boinas Rojas en Austria”.  Siguiendo su forma de ser siempre alegre hasta en los momentos más difíciles debió aportar, para variar, el toque de humor dentro de la gravedad de la situación.

Ignacio Baleztena con sus sobrinos Javier y José Joaquín Jaurrieta Baleztena (primos entre si) en Viena con motivo de los funerales de D. Alfonso Carlos I
 Pues bien a la vuelta del viaje Apico, siendo el único hijo varón, y Javier que acababa de perder a su hermano, decidieron volver al frente. Pero en vez de a primera línea fueron destinados a la escolta de Franco. Obedientemente acudieron, descontentos y a regañadientes, y ocurrió lo que tenía que pasar. Como he comenzado diciendo en esta entrada en Marzo de 1937 mientras mi padre Ignacio Baleztena estaba de permiso en Pamplona salvando al Dr. Jiménez Díaz y acogiéndole en su casa, recibió una preocupante noticia de su sobrino Javier Jaurrieta Baleztena que le hacía tener que ir a “apagar otro fuego” Nos lo cuenta de nuevo Romero Raizábal:

Javier un día desertó. Fue una enorme locura. Un disparate horrible. Merecía el fusilamiento. ¿Pero cómo hacer otra cosa si pasaba por Salamanca, para ir a las trincheras, un Tercio de carlistas cantando el Oriamendi?.¡Javier entonces desertó!. Su tío Ignacio se fue a buscarle al frente con un severo discurso aprendido de memoria, con el firme propósito de hacer valer la autoridad de sus patillas y de su parentesco… y se quedó en el frente con su sobrino

Me imagino a mi padre intentando ponerse serio para reprender a su sobrino Javier de algo que en realidad le encantaba que hubiera hecho y estaba orgulloso de él. No obstante reinó la cordura y “a fuerza de cariño y con la promesa de que a la entrada en Madrid irían juntos, pudo volver Ignacio a Salamanca con Javier, después de algunos días

Al volver voluntariamente, Javier se libró de un consejo de guerra por deserción, aunque no se muy bien si recibió alguna sanción por el desacato.

La cosa es que el aitacho volvió al frente hasta que en Junio de nuevo fue a Pamplona porque un requeté muy singular había caído herido… como veremos en la próxima entrada.

jueves, 1 de noviembre de 2012

Feliz cumpleaños del blog

Querido lector, el 27 de Octubre de hace dos años comencé a escribir este blog sobre el aitacho con la idea de aclarar un poco lo que fue su vida y su obra, y dos años después veo el lío en el que me he metido.

Nunca pensé que pudiera dar tanto de si el asunto, la verdad. Y lo que queda, porque es como una fuente sin fin. Entre todos los papeles que dejó a su muerte, la cantidad de historias que tiene, los documentos que van apareciendo y la vida tan intensa que llevó esto daría para mucho más, pero yo llego hasta donde puedo. Por ejemplo ahora estoy leyendo un interesantísimo diario que escribió mientras era estudiante en Salamanca. Pero no es cuestión de andar a salto de mata, aunque realmente era su estilo. Tampoco pensé que tuviera tantos lectores de todo el mundo mundial. Unos se interesan más por su biografía, otros por sus canciones, otros por el teatro, por el folklorista, por el carlista, por el sanferminero, por el escritor de iruñerías, por... y es difícil contentar a todos, así que desde ahora pido disculpas si a alguién defraudo.

Gracias a ti, querido lector, sigo indagando en la figura tan polifacética de mi padre y me voy dando cuenta que realmente lo que derrochó toda su vida, en todas las ocasiones - a veces muy duras - fue alegría allí donde pasaba, con una total confianza en la Providencia, y precisamente por ésto quizá no tenía fundamento (es como decimos en Pamplona que era muy poco serio o que era la antítesis de un hombre "sesudo"), lo que le hacía ser genial sin atribuirse ningún mérito.

Ya sabes que sigo escribiendo gracias a que tu me lees, y pensando en que mis nietos conocerán así mejor la historia de su bisabuelo, de su familia, de su tierra, de su historia y de sus raíces en definitiva, y poder transmitirles de este modo la Tradición que yo he tenido la suerte de recibir.

Hoy día de Todos los Santos, como mandan los cánones, igual que tantos miles de pamploneses hemos bajado al cementerio y hemos estado rezando ante su tumba. Ruego pues una oración por su alma, que aunque espero que ya no la necesite nunca está de más y ninguna cae en saco roto.

Finalmente la felicitación es para tí: enhorabuena y mil gracias por aguantar con paciencia mi irregularidad de entradas fielmente pese a todo durante dos años. Felicidades a todos los seguidores de esta gran y variopinta familia de seguidores del blog de Premín de Iruña, Ignacio Baleztena o Tiburcio de Okabío y te deseo que sigas disfrutándolo mucho más.

Ya sabes que para cualquier sugerencia estoy a tu disposición en premindeiruna@gmail.com y que tus comentarios enriquecen el blog.

Y en la próxima entrada si Dios quiere seguiremos con la biografía del aitacho y la curiosa historia de un principe que ... ya veremos.

Biznietos de Ignacio Baleztena han rezado hoy, Todos los Santos, ante su tumba. Así la devoción de nuevo se junta a la tradición, transmitida de padres a hijos, forjando ese caracter tan peculiar que desde antiguo ha definido a tanta gente de esta tierra.